La pintura de Ildar Youssoupov, que se mostró durante el mes de julio de 2003 en la galería de la Casa Alcaldía de San Juan, aúna en un espacio pictórico no organizado por las leyes de la perspectiva científica lineal o por la narración secuencial, temas y motivos de la historia, la literatura y la mitología antigua y escenas de un mundo pre- industrial que no reflejan la actualidad mundial como tampoco la de su país natal Kazajstán, una de las antiguas repúblicas soviéticas más modernas e industrializadas en el presente.
La república de Kazakhstán está situada en Asia central. Esta región, colonizada por tribus turcas en el siglo VIII, es incorporada en el siglo XIII al imperio mongol de Gengis Khan y pasa a manos rusas luego de que a partir de 1830 tropas rusas desarrollaran una ofensiva a gran escala poniendo bajo control la mayoría de este país. Los cambios económicos, políticos y sociales en esta república, que logró la independencia de Rusia en 1991, dieron pie en la última década a un período de apertura, de libertad de expresión y de reunión para todos los grupos excepto para los rusos y extremistas nacionalistas kazakos. Sin duda, el período de apertura después de la disolución de la Unión Soviética afectó el ámbito artístico y la creación de obras de arte.
Es interesante observar que la historia reciente de Kazajstán no es parte de la temática de la pintura de Youssoupov que apreciamos en esta exposición. El pintor parece asumir esa actualidad y adentrarse en otras épocas sugerentes de un mundo distante a los dilemas que han representado la modernización, el comunismo y las imposiciones de un gobierno extranjero que por décadas fomentó un arte de sesgo realista social. Sus pinturas, las incluidas en esta exposición, tituladas La cena, La caída de Icaro, El cazador de mariposas, El molinero y Rómulo y Remo, entre otras, componen un arco temático inspirado en la literatura, la historia, los mitos de la Antigüedad Clásica y en un mundo provinciano distante de la modernidad. El arte de Youssoupov parece orientado por temas de profunda significación humana: la muerte, la vida y el poder. Youssoupov no narra para aleccionar sino que sugiere de manera poética y evoca con fuerza lírica una realidad sublimada por la magia del arte.
La temática de la obra de Youssoupv, desde el punto de vista de algunos pensadores, se explicaría como parte de una de las tendencias en el arte de la postmodernidad: la mitologización. Esta tendencia es suscitada por un deseo de regresar a los orígenes. Mircea Eliade, pensador y mitólogo señala:
„Sería inútil insistir más sobre el valor ‚existencial‘ del conocimiento del origen en las sociedades tradicionales. El comportamiento no es exclusivamente arcaico. El deseo de conocer el origen de las cosas caracteriza asimismo la cultura occidental. El siglo XVIII y el XIX han visto multiplicarse las investigaciones concernientes tanto al origen del Universo, de la vida, de las especies o del hombre como del origen de la sociedad, del lenguaje, de la religión y de todas las instituciones humanas. Se esfuerzan en conocer el origen y la historia de todo lo que nos rodea: el origen del sistema solar lo mismo que el de una institución como el matrimonio o de un juego de niños“.1
Señala también el historiador Jacques Le Goff en El orden de la memoria, el tiempo como imaginario que: „El estudio particular de las edades míticas constituye un acercamiento particular, pero privilegiado, a las concepciones del tiempo, de la historia y de las sociedades ideales. La mayor parte de las religiones coloca una edad mítica, feliz, sino perfecta, al inicio del universo“.2 La valoración del mito desde la perspectiva contemporánea resalta un interés por el origen como un ‚lugar‘ donde se encuentra una verdad, una revelación primordial que todavía hoy es necesaria para el ser humano. El regreso en la pintura a los mitos fundacionales va acompañada en el arte contemporáneo de una concepción del pasado como lugar que puede ser visitado a gusto. Se extrae de él cualquier momento que sirva en la representación para una elaboración asincrónica de los tiempos y para una valoración renovadora del presente.
Pinturas como La caída de Icaro o Rómulo y Remo pueden explicarse desde esa perspectiva. El mito suscitaría en la lectura de la representación un doble registro: primero aquel que lo identifica con una fábula y segundo el que recobra su verdad para todos los tiempos a través del medio plástico. La pintura reiteraría una ‚verdad‘ de inigualable valor existencial y metafísico encerrada en el mito. Los mitos de origen, fundamento de un momento prestigioso y primordial, como lo es el de la fundación de Roma, que se recrea en el lienzo Rómulo y Remo, podrían entenderse análogos a un comienzo en la pintura contemporánea logrado mediante un lenguaje plástico nuevo, que combina la figuración con elementos no figurativos. Esto es una característica propia de la pintura de Youssoupov. Este aspecto, como ha señalado Mircea Eliade, vincula en la mitología el fin catastrófico de una época seguida por una nueva creación.3 En el caso del arte contemporáneo, la época de la destrucción de un lenguaje plástico tradicional daría paso a la época de la creación de uno nuevo lenguaje inaugurado por las vanguardias históricas al inicio del siglo XX.
El mito de la caída de Icaro, que se representa en el lienzo titulado de igual manera, trata sobre el tema del castigo impuesto por los dioses a la hybris humana como rebelión a los límites que le impone su propia naturaleza. Un mito aleccionador que traducido en los términos del lenguaje plástico contrasta la inferioridad del artificio humano con la superioridad del mundo natural. Las alas pegadas con ceras, como símbolo de una tecné defectuosa, no supera la capacidad de vuelo de aquellas especies que por naturaleza pueden rebasar la ley gravitacional.
La cena, obra de gran formato que se mostró en uno de los lugares más destacados de la Galería de la Casa Alcaldía, nos sugiere una explicación distinta. Apunta hacia un interés en temas cristianos por parte del artista que no solo podría explicarse como una vuelta al pasado mítico religioso. Parecería que un arte de contenido religioso en el contexto de la historia y política rusa desde la época del gobierno de Stalin hasta la disolución de la Unión Soviética respondería a una preocupación y a una lealtad a formas de religiosidad ajenas al ateísmo oficial soviético.
Eliade, Mircea: Mito y realidad. Barcelona: Editorial Labor S.A., 1992. Páag. 83. Le Goff, Jacques: Le Goff, Jacques: El orden de la memoria, el tiempo como Imaginario. Barcelona Buenos Aires y México. Paidós, 1991. Pág. Eliade, Mircea: Mito y …pág.
En un simposio auspiciado por la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey en 1996 sobre arte ruso se presentaron varios ensayos que luego fueron publicados en el catálogo titulado From Gulag to Glasnost: Nonconformist Art from the Soviet Union, en uno de ellos titulado Icons of the Inner World por Alison Hilton, se señala que dado que el canon impuesto por el Realismo Social soviético prohibió las imágenes religiosas y todo arte que apoyara la religión, las referencias y la utilización de motivos religiosos fue una de las formas de hacer un arte contestatario, reivindicar una tradición no solo religiosa sino también cultural y afianzar los nacionalismos en las distintas repúblicas rusas.
Según Hilton podría afirmarse que una parte considerable del arte ruso de las últimas siete décadas se inserta dentro de un misticismo profundo y en la creencia de que el artista debe cumplir una misión: la búsqueda de una verdad moral superior a la que debe someter su individualidad y la belleza externa. Esa particular visión del arte seguida por muchos artistas rusos contrarios a la ortodoxia del arte oficial, institucionalizado por la Academia de arte de la Unión Soviética, el Ministerio de Cultura y el partido oficial desde la época de Stalin hasta la famosa exposición Bulldozer en septiembre de 1974, forma parte del legado artístico de la generación de artistas que nacieron después de 1972. Esta es la generación a la que pertenece Youssoupov y a la que le ha tocado vivir en el periodo de éxito del arte no conformista.
Podemos sugerir que artistas como Youssoupov que han podido crear en una atmósfera de mayor libertad artística y que cultivan un arte orientado por un formalismo vanguardista y un contenido asociado a temas religiosos, míticos e históricos se sienten herederos de una tradición en la que se reemplaza las exigencias de un arte por el arte por las de un arte por una verdad.
Citemos a Youssoupov del catálogo de esta exposición: „La pintura ha sido mi tabla de salvación. Pintar fue una decisión que tomé pronto. Nada es tan fácil como tener una vocación artística. Sin embargo, nada es tan duro como perseverar para hacerlo siempre mejor. Hay tanto que pintar, tantas cosas permanecen invisibles. Para mí, el arte es la manera de darle vida a la libertad“.
Se desprende de las palabras del artista que la praxis artística es igual a una vocación, que de la misma manera que el cristiano busca ser mejor para lograr la salvación, el artista también debe perseverar para hacerlo mejor, es decir para pintar mejor. Por último apunta Youssoupov que el arte de pintar hace visible lo invisible, aquello que para el religioso está en la dimensión espiritual. Aquello que ubicado en una jerarquía superior hace del trabajo del artista una actividad tan sagrada e importante como la del sacerdote.
Esta tradición artística tiene en Rusia más de doscientos años. Aleksandr Ivanov, lider del movimiento realista en el siglo XIX consideró que la búsqueda de la libertad artística era una decisión moral. Al inicio del siglo XX Wasilli Kandisky y Kazimir
Malevich igualaron el arte a una búsqueda de lo espiritual. Kandisky en su libro titulado Concerniente a lo espiritual en el arte escribió: „El arte es un lenguaje que habla al alma de cosas que son el pan del alma y sólo puede adquirir de esta forma“.4 Malevich por su parte decía que la forma pura o concreta en el lenguaje del Suprematismo y ejemplificada en la obra titulada Blanco sobre blanco podía transformar el mundo material. Vinculó el espacio blanco con el infinito y la nada.
La obra de Youssoupov en el contexto del arte ruso es heredera de una de las tendencias del arte contestatario o disidente que por más de setenta años permaneció clandestino, pero también de una tradición que encuentra sus raíces en la religiosidad de los grupos étnicos de Kazajstán y de la región de Crimea.
Joseph Bakshtein, director del Museo de Arte Contemporáneo de Moscú, señaló en un ensayo titulado Nonconformist Traditions and Contemporary Russian art5 que a pesar de la apertura alcanzada por la intelligentzia artística y literaria de las distintas repúblicas en las últimas décadas, muchos artistas y escritores sienten una incomodidad, tienen un sentido de que algo se ha perdido. Añade Bakshtein que por primera vez según algunos intelectuales rusos la intelligentzia ha dejado de existir en la forma que existió por 200 años y su necesidad histórica ha desaparecido.
No obstante, las circunstancias sociales y políticas han cambiado, reaparece el compromiso con una verdad entre algunos jóvenes artistas como Youssoupov que se articula a través de un imaginario poético que tiene como protagonistas a un molinero, un vendedor de chiringas, un cazador de mariposas o unos héroes míticos.
Apunta Bakshtein en su ensayo que en cualquier cultura el arte es una realidad especial. En la Unión Soviética el arte era doblemente real precisamente porque no tenía nada que ver con la realidad concreta, era una realidad superior. La realidad del mundo exterior pertenecía al Estado. Esta otra realidad, la del arte podía ser de todos.
La poesía delirante de Yuossoupov no solo deja ver „el alma de la existencia alegremente‘, nos deja ver una verdad poética universal que puede apreciarse lo mismo en Praga, que en París o en San Juan. En el contexto del arte de América y del arte local podrían pensar algunos que el arte de Youssoupov recicla temas y motivos muy conocidos o trillados que no se asocian con los temas de un arte de fin de siglo. El análisis del contenido y los aspectos formales de esta obra nos revelan una propuesta que no sólo sobresale por el virtuosismo técnico que la caracteriza sino también por un contenido de gran fuerza conceptual. El estudio de la relación entre el arte, y su contexto ya sea político, social, histórico o religioso nos advierte de los peligros de valorar el arte en el vacío, de aquí que merezca recordarse los orígenes de esta pintura, las condiciones que la han hecho posible y el sentido que le da este artista al pintar: darle vida a la libertad.
Kandinsky Wasilli: Concerniente a lo espiritual en el arte. Primeras vanguardias artísticas. Texto y Documentos. Eduardo Cirlot, ed. Barcelona: Editorial Labor, 1993. Pág. 34. Bakshtein , Joseph: Nonconformist Traditions and Contemporary Russian art. From Gulag to Glasnost. Nonconformist Art from the Soviet Union. Nueva York: Thames and Hudson, 1995. Págs. 260-275.
No obstante, las circunstancias sociales y políticas han cambiado, reaparece el compromiso con una verdad entre algunos jóvenes artistas como Youssoupov que se articula a través de un imaginario poético que tiene como protagonistas a un molinero, un vendedor de chiringas, un cazador de mariposas o unos héroes míticos.
Ingrid M. Jiménez Martínez, Ph. D.
19 de julio de 2003
San Juan